El cuadro de mando integral (CMI) es una herramienta central en cualquier entorno Business Intelligence. Permite, principalmente:
Monitorizar y evaluar el desempeño de procesos y actividades, valorando su adecuación a la estrategia corporativa (mediante indicadores de rendimiento) para la consecución de los objetivos establecidos.
Elaborar informes y reportes para detectar irregularidades, interrupciones y disfunciones en los patrones, con el fin de tomar las medidas adecuadas para subsanarlas.
Modificar y ajustar, en caso de ser necesario, la estrategia corporativa a las nuevas exigencias del mercado.
Comunicar la estrategia adoptada (y los cambios realizados en la misma) al resto de los miembros y departamentos de la organización.
Para ello, previamente es necesario diseñar y definir los distintos elementos que componen el CMI, para lo que puede resultar de especial interés la guía 12 claves para la definición de un Cuadro de Mando Integral, descargable completamente gratis.
En esta guía, además de hallar información detallada sobre los principales componentes de un CMI, el lector también puede conocer con algo más de detalle las distintas perspectivas con las que opera un cuadro de mando integral para ofrecer una visión global de las actividades del negocio, elaborar reportes en base a métricas e indicadores predefinidos (establecidos en el proceso de diseño del CMI) y, en función de ellos, gestionar el desempeño de actividades y procesos.
Cuatro son las perspectivas bajo las que opera el CMI, las cuales resultan imprescindibles para establecer métricas e indicadores clave de desempeño eficientes y flexibles, elaborar reportes según estas métricas e indicadores, y visualizar los datos y las informaciones ofrecidas por los mismos para tomar las decisiones oportunas. Por ello, las herramientas de visualización de datos cobran, también en el entorno del cuadro de mando integral, dimensiones de una gran relevancia.
Las herramientas de visualización permiten traducir datos e informaciones en conocimiento relevante sobre el negocio, es decir, devienen claves para poseer una visión integral y completa de la actividad corporativa. Y si las herramientas de visualización son elementos materiales fundamentales en el CMI, sus homólogas en términos formales son las distintas orientaciones bajo las que dichas herramientas pueden mostrar datos e informaciones relevantes para la correcta gestión del desempeño de las actividades de negocio: las cuatro perspectivas del cuadro de mando integral.
Los datos visualizados bajo la perspectiva del aprendizaje ofrecen, por ejemplo, información sensible sobre el nivel de satisfacción, motivación y capacitación del equipo humano, permitiendo detectar de un modo casi intuitivo e inmediato las necesidades existentes y, con ello, tomar las medidas paliativas/correctivas necesarias.
La información proporcionada por las herramientas de visualización bajo la perspectiva de los procesos internos, a su turno, aporta, entre otros datos, información sobre los tiempos de ejecución que permite valorar la relación calidad-costes de los bienes y servicios ofrecidos, por ejemplo.
Los informes que se muestran en la perspectiva del cliente permiten a los responsables directivos y gerentes situarse al otro lado de la barrera, en el extramuros de la actividad interna del negocio para captar, entre otros asuntos de vital importancia, el grado de satisfacción del cliente y entender el porqué de su actitud hacia la compañía con un solo vistazo.
El nivel de liquidez, el rendimiento de las inversiones, el grado de endeudamiento... son informaciones que nos pueden ayudar a incentivar nuevas inversiones, captando el interés de grupos inversionistas exponiéndolas de un modo gráfico e inteligible gracias a las herramientas de visualización y los reportes realizados bajo la perspectiva financiera.
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